Creerse la copa

Suena la radio. Abres la web del marca. Sintonizas algún canal en la televisión. Inicias sesión en tu cuenta de tuiter. Un mensaje en whatsapp. Un artículo en pocket. Escucha.

«una oportunidad para los no habituales, rotaciones, dar descanso involucrar a jugadores que no han tenido minutos, rotaciones rotaciones, coger confianza, rotaciones rotaciones rotaciones»

No, nonononono, NONONO. No, mira, no. No. La copa del rey, con su formato opresivo, inhumano. La copa del rey y sus nulas esperanzas de victoria final, de trofeo, de final, de celebración. La copa del rey, en la que ganas un par de rondas y te acabas ilusionando para nada, porque para qué si no la vamos a ganar. No, mira, no. No.

Niego categóricamente. Lo niego todo. Bueno, no niego el formato, cuya única virtud es ser una cruel representación metafórica de las teorías de la opresión. Los humildes pelean en el barro hasta que los supervivientes elegidos tienen el honor de ser pisoteados por los gigantes recibiendo lametones de compasión desde los medios, intentando una gesta que (ya) no puede ser. Intentando morir con honor, pues a poco más se aspira. Pero, ¿y qué es si no evitar el descenso/luchar por Europa/tener una temporada tranquila?

Empecemos aquí con las negaciones. No hagáis caso, por más que os lo digan, porque la copa no son dos partidos amistosos colocados al principio del invierno, haciendo de puente entre la época de los parones constantes para los partidos internacionales y el sprint de enero, mercado mediante (dicen que suenan Luis Alberto, Klasnic y Acciari). Nunca fue eso. La copa conecta con lo más primitivo de la competición y, aunque sólo sea por eso, debería ser respetada. Dos rivales y un rato -180 minutos e igual nos gustarían solo 90, pero qué más da- para eliminarse mutuamente. Apenas cuentan las dinámicas, apenas cuentan los cálculos estratégicos a medio plazo, los objetivos, las evaluaciones y los DAFOS. No puedes hacer un GANTT de la copa, no hay milestones intermedios ni deadlines a cumplir. No hay plazos, no hay equipos de trabajo ni horas extra. Es aquí y ahora. La competición y sus cositas, sales a ganar o a empatar o a pillar una contra y a ver pero nunca nunca nunca sales porque estás obligado a ello. Eso es competir.

Quedará en el debe, escrito en letras mayúsculas, de Víctor Sánchez del Amo lo que hicimos el año pasado contra el Mirandés. Aquel día en el que un gran equipo que en una mala racha dio por cerrada la temporada saliendo a Riazor porque no quedaba otra opción. No sabemos lo que quedará en el de Gaizka, pero el partido de Sevilla no augura nada bueno.

Si no nos creemos la copa, con su crudeza competitiva y sus idas y vueltas y su afortunada ausencia de control y orden. Si no nos creemos la copa y la embadurnamos también de asqueroso cinismo posibilista. SI NO NOS CREEMOS LA COPA, yo ya no sé ni para qué seguimos el fútbol. No sé vosotros, pero yo tampoco estoy en la vida como para andar tirando a la basura posibilidades como las de pasar un par de rondas de una competición cualquiera. Imagínate si pudiera jugar (¡si tuviera acceso a!) la putísima copa del rey.

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Viva la Copa!

Al fin llegó la Copa. La Copa es una competición guay. Algunos la ensucian poniendo a los suplentes y vaciando los campos a propósito. Los pobres son unos desagradecidos de categoría. A quién se le ocurre? Salir con suplentes es un puto insulto. Nos gusta la Copa. La Copa es tierna, algo infantil, con todos esos equipuchos mirando la cara de sus papis desde el suelo. Nos gusta la Copa y además nos toca contra un Betis exquisito dirigido por Víctor Sánchez del Amo, lleno de jugadores random. Con Ryan Donk. La Copa facha. Con criollos marcando goles. La Copa caciquil de formato admirable, claro como el agua. La Copa del Mirandés, del Navalcarnero, del Tuilla, la Copa de los milagros. Bastante nos ofrecen con esto de poder jugarla. Somos basura y aún encima nos quejamos. Mira eso: delante del trabajo de papi hay 349 periodistas protestando. Se ve que no les gusta la Copa. No se dan cuenta de que es guay. Proponen que los equipos de provincias jueguen con juveniles para echar abajo la competición. Es triste despreciar semejante honor. Jugar la Copa a doble partido, poner el jeto, soñar para luego morir olvidados, sin que a nadie le importe un carallo. Morir por la familia, por el Estado. Viva la Copa! La boca del rebelde porta gangrena! Y los propios periodistas lo dicen:

la Copa como bálsamo

el refugio de la Copa

En la Liga estás como la mierda pero en la Copa puedes soñar! Como la Deportiva Minera! Como el Athletic, que la gana todos los años! Tú también puedes sacar tu barco a la ría! Es cuestión de tiempo, amigo, que te den tu buen pedazo de pan duro. No es ella rara, esa Copa? Blanca y bella? No es sin embargo un agujero negro precioso? Un bucle espacial temporal? Gravidad cuántica de bucles y la Copa, la misma cosa. Viva la lógica de la Copa! Orden divino! A quién le importa un formato? A quién le importas tú? Es la Copa y merece una genuflexión, maricón. Además, no tienes ni que ir a jugar a Plasencia o al Rododendro de la Sierra, vas directamente a Betis, a Sevilla la grande, al santísimo Benito Villamarín, no te tienes ni que humillar delante de la nación! Menos mal! Y los periodistas delante de la oficina de papi protestando, como si hubiese un camino que tomar para solucionar algo… Ya está bien de lecturas heterodoxas, marcusianas, supratentoriales! Viva la Copa y su aniquilación de todo conflicto. Muerte al recuerdo, que trae depresión. Todos contentos, frota que frota en el lavadero. En el reino de las cosas simples. Con su código, con su arriba y abajo. Con la promesa que viene de la cantera. Para que la veas fugazmente antes de que salga cedida y vuelva tres años más tarde en lo que supone un giro magistral en la planificación de tu club, que habla y habla y luego vende agua a los pozos, entendiendo que bueno, para eso estamos. Para la Copa, sueño envasado al vacío. Nada cantada y formateada. Viva la Copa.

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Betis – Dépor, 1/16 Copa

Dieciseisavos de final de Copa. Martes 29 de noviembre.

Real Betis 1 – 0 R.C. Deportivo (Sanabria, 19)

Resulta que hablar de las chanclas de Çolak es de idiotas. El partido se presentaba como una parcela de claridad como apuntó Garitano, para mí también, pero finalizó otra vez como la opera sentimentalmente estúpida que nos persigue. Pero qué más da, la fe es inquebrantable. Sea por donde sea, se buscan huecos. En pie enumero. Los párpados de Albentosa cosidos con lana y rapada de look caprino con navaja. El Betis acertó la ocasión que tuvo y chao. Joselu regresaba vestido de militar rollo skinny para olvidar los desayunos cadavéricos alemanes a base de enchufar goles. Volviendo a lo de la claridad de Garitano, él se refirió a la Copa como una competición nueva donde se parte de cero, pero, se parte desde un estado, en este caso de recuperación. Pensaremos entonces que es positivo empezar mientras se recupera uno, o que por el contrario puede ocasionar una situación de amor psicópata. Mosquera acompañando la jugada con la mirada. Luisinho con un parche de una tarjeta amarilla cosido en la chupa. Interviene un paisaje de edificios destruidos que no permite entender nada y te sientes emocionalmente colapsado porque hace tiempo que esperas algo que a día de hoy es inexistente y piensas que ya es probable que no llegue, pero no aparece la desilusión porque consideras que otro algo llegará. A pesar de que los edificios están destruidos y no comprendes nada. Pero en eso consiste este tipo de cosas, vivir quemando leña y llorando sangre, agarrados los unos a otros, zarandeándonos las camisetas y fumando como locos. El Gaizka reserva modelito tujo para el próximo partido y aunque la Copa esté en la línea de que nos la suda porque realmente lo que nos importa es seguir pensando en nuestro equipo, en que estará haciendo Fayçal ahora en su casa o la alegría de juegue Carles Gil, uno no puede seguir emocionándose pensando en cosas que ya no existen.

Málaga – Dépor, J13

Jornada 13 de la Liga Santander 2016-2017. Sábado 26 de noviembre.

Málaga C.F. 4 – 3 R.C. Deportivo (Borges (p), 4; Santos (p), 21; Sandro, 40; Santos, 56; Andone, 72; Borges, 81; Ontiveros, 90)

Bienvenidos a la crónica del partido más surrealista del siglo. El Deportivo fue protagonista en Málaga de una pieza inexplicable, llena de errores absurdos, abarrotada de vulgaridad y con goles locales de factura estratosférica firmados por jugadores random de los que solo el el club de La Rosaleda sabe inventar. No es serio: la historia es que ganas 0-1 (queja arbitral de Don Dino, penal a la primera) en el minuto 3 contra un equipo que tira por la borda la primera parte y que se va al descanso ganando 2-1. Con errores que no se entienden. Con detalles que lo hacen todo imposible. Un desastre. La primera parte del Dépor es, aun así, buena, probablemente la mejor fuera de casa en lo que va de temporada. Pero estamos hablando de un equipo mongoloide. Un equipo que regala un penal y una falta INCOMPRENSIBLE que Sandro mete por la escuadra y que pone el 2-1 con el que el Deportivo se va a los vestuarios

con careto de gilipollas

con los mejores momentos de Bruno Gama en lo que va de temporada

con los mejores minutos fuera de casa en lo que va de temporada

volviendo al campo tras la reanudación con el mismo semblante atónito. Exacto: 3-1. El Málaga, que se casca un partido totalmente mediocre, va dos goles por delante en el minuto 56. El Málaga de Juande Ramos, con un doblete de Michael Santos. Una cosa fea de cojones. El Málaga que no hace nada y el Dépor que no consigue aguantarle el marcador. Vale que es La Rosaleda, otro campo medio maldito, pero la historia es que haces más ocasiones que el rival. La historia es que eres mejor. La historia es que no se puede culpar a Gaizka de esto. La historia es que los jugadores no siguen las putas reglas. El Málaga ni tira a puerta, ni pasa del centro del campo, pasan dos veces y la historia es que les regalas dos goles

un abrazo de Borges absolutamente ESTÚPIDO dentro del área

un error CLAMOROSO de Albentosa

El segundo es un golazo pero la falta que lo provoca es propia de un principiante. Un sinsentido. Albentosa, lo veníamos anunciando, no es mejor que Arribas, y Borges abraza a un pollo que está de espaldas a portería. Exacto. Luego sale Carles Gil, que pone un centro de escándalo para que lo remate Florin Andone, el rumano incesante. 3-2. La historia entonces es que algo pasa. Ese algo es que Gaizka está leyendo bien el partido. El chico Marlos está de mediapunta, Gil despliega todos los recursos que se le presuponen, esos por los cuales no entendemos su ostracismo. Llega el empate por medio de Borges, el pichichi. Durante esos momentos parece que el Dépor tira 157 veces contra Kameni. Todo es demencial. DEMENCIAL de cojones. Tras la igualada la historia es que el equipo da un paso atrás, dando por bueno el empate en un campo molesto. Nada que objetar hasta que, con los 90 minutos ya cumplidos, un jugador desconocido bate a Tyton como si fuese Yannick Ferreira Carrasco puesto de coca. Desde el quinto coño. Desde la casa de su abuela en Marbella. Para suicidarse. Impotencia total. De los 23 goles que el equipo lleva en contra, 15 han sido en cuatro partidos. Difícil de justificar. Desde el día del Atlético (ese no) las sensaciones han ido a peor en la parcela defensiva. Inexplicable. Reformulamos: de los 23 goles en contra, 15 han sido en cuatro de los últimos seis partidos. Terror. Luego lo de Pinchi.

  ES QUE NO PUEDE SALIR NADA BIEN EN ESTE PUTO CLUB?

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Recordando a Riki

Me acuerdo de ir por los baretos de Manuel Murguia comentando la jugada. «Riki es muy malo», decían unas voces. Todos aquellos charranes quisquillosos, rajando, me parecían cosa baja, porque yo adoraba a Riki, el Godzilla bonachón de Aranjuez.

Riki empezó flojo en el Dépor, con Caparrós, el que apretaba los dientes y no tenía a Maakay en plantilla. Tenía a Riki, y se quejaba. Riki no hacía goles, aunque era titular. Enchufó tan solo dos en su primer año. Jugaba de delantero y también en banda. A Riki lo acompañaba Arizmendi, uno de los pájaros más raros del fútbol español reciente. Eran tiempos bien locos para el club, inmerso en plena resaca post-Irureta.

Vestíamos aquella camiseta Joma, más fea que pegarle a un padre…

Con la llegada de Lotina, Riki fue más suplente que titular, al menos el primer año. La gente seguía rajando. Al fin y al cabo, el precio pagado por el Deportivo al imbécil de Ángel Torres había sido bastante alto, cerca de cuatro millones de euros, por lo que la parroquia quería mambo. El contexto, como decíamos, era de cierto nerviosismo. Había que construir un nuevo Dépor.

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Durante el lotinismo, Riki fue parte de un combo de jugadores que se repartían las labores ofensivas en un equipo bastante romo en ataque. Allí estaban Omar Bravo, Rodolpho Bodipo, Lassad, Xisco. El panorama pintaba difuso para Riki, claramente negado para el gol en sus dos primeros años a las órdenes del entrenador triste de Meñaka. Al tercero las cosas cambiaron, y el bonachón de Aranjuez encontró una cierta estabilidad que le llevó a anotar ocho goles en aquella temporada. Volvíamos a ver al jugador que había sobresalido en el Getafe.

Esta dinámica positiva hizo que Riki empezase la temporada 2010-11, cuarta de Lotina al frente del Dépor, como primera opción para la delantera. Todas las previsiones tardarían poco en irse a la mierda, ya que Riki caía lesionado nada más empezar el curso. El jabato resoplaba en una camilla. Así pues, año casi en blanco (reaparece y juega en aquella pseudorevolución de final de temporada, cuando Lotina recupera a Valerón y pone en liza un 4-3-1-2) y doble desgracia: el descenso.

Riki, tras las lágrimas, se ofrecía para jugar en Segunda.

Un tipo sensible. Lo dijo la señora Elvirita, la de la charcutería:

«es muy bueniño, siempre me viene por aquí a comprar los chicharrones. Se le ve campechano, muy preocupado siempre por la gente y esas cosas…»

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Con el descenso hubo lágrimas, pero también un estallido en el deportivismo. La gente hizo piña para devolver al equipo a Primera y Lendoiro facilitó las cosas dándole entradas adicionales a los socios por muy poco dinero. Había efervescencia, calor en las gradas, pero también mucho opinante que meaba fuera del tiesto. Recuerdo amigos míos que en su puta vida se habían preocupado por el Deportivo y que iban allí a dar sentencias y a reírse, entre otros, de Iván Sánchez. Había mucha batalla que dar. En el campo, el propio Riki se encargaba de callar bocas con un repertorio de acciones desbocadas, intensas a más no poder. Pero ni por esas. Solo a alguien muy estúpido se le podía escapar el hecho de que Riki estaba haciendo una campaña buenísima. A mí se me daba por pensar que aquellos gañanes lo criticaban porque no tenía lo que se dice «estilo».

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Iván Sánchez Rico «Riki». Su subida, como la del equipo, fue al final imparable y terminó por convencer a todos. Ya nadie rumiaba por los bares. Riki creó unanimidad con su compromiso y su ternura. Era casi un ídolo.

Aquella temporada, la del ascenso fulminante con récord de puntos, marcó goles importantes y disfrutó de lo lindo. Regaba el aire con su carisma, encendiéndonos. Mi amigo Álvaro Arribi y yo, de tan entusiasmados que estábamos, empezamos a llamarnos Riki el uno al otro. «Míralo, míralo», nos decíamos en Riazor. «Míralo qué loco está!» Y nos reíamos y celebrábamos con energía mastodóntica. Alegría, comedia, goles. Todo con Iván. Dio lo mejor porque estaba enamorado de Coruña. Marcó en los dos derbis de aquel año. Un genio. El día del ascenso su cara lo decía todo. Solo amor.

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Riki era eventos. Siempre pasaba algo cuando aparecía. Cuántas veces no se habrá tirado Riki a la piscina? Cuántas faltas no habrá provocado? Cuánta confusión? Cuánta belleza? La parroquia gritaba PENALTI!!! La parroquia gritaba GOL!!! Y con aquellas piruetas de aire y de goma reforzaba nuestro deseo de ir a Riazor. Riki desprendía amabilidad y era honesto con la hinchada, gracioso como pocos. Un sol.

Riki le ponía comedia y goles, acción de la buena.

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El día del ascenso fue el más feliz que Riki vivió como deportivista. Mi amigo Álvaro, que es fotógrafo profesional, pidió acreditación aquel día para entrar en Riazor y estar a pie de campo retratando el vital partido contra el Huesca. Buscó a Riki todo el tiempo, y lo encontró. No paró hasta que, ya con el delirio consumado, se abrazó a él, espetándole:

Riki, ahora a cenar, o qué?? 

a lo que Riki respondió «HOMBRE, HAY GAZUZA…»

«Eres un atleta, Riki… Rikiño, carallo!»

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Riki aprovechó aquel día para mostrar su solidaridad con los 166 trabajadores de la planta de Unilever en Aranjuez, despedidos dos meses antes por los chacales capitalistas. Estuvo con ellos, estuvo con nosotros, estuvo con el pueblo, su hábitat natural. Ya en la cena posterior bailó salsón con Bodipo, charló de tranqui con Guardado, con Morel (al que dedicaremos un post extensísimo en breve), besó a los chavales extraordinarios del penúltimo Dépor de Augusto César Lendoiro.

Con algunos de ellos empezaría la siguiente temporada, la última de nuestro presidente, la del despido de Oltra, la de la huida de Domingos y la llegada redentora de Fernando Vázquez, la del segundo descenso. Riki hizo todo lo que pudo para ayudar a evitar la debacle y luego se fue, jodido aunque satisfecho por haber vivido aquellos años con nosotros, conectando a la gente, cambiando nuestra manera de hablar, quedándose al final y para siempre en nuestras cabezas blanquiazules.

Allí donde estés, un besazo, compañero.

Semper fidelis

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Dépor – Sevilla, J12

Jornada 12 de la Liga Santander 2016-2017. Sábado 19 de noviembre.

R.C. Deportivo 2 – 3 Sevilla C.F. (Babel, 1; Andone, 42; Nzonzi, 44; Vitolo, 87; Mercado, 90)

Hay que sacar el machete, otra vez. Defender al equipo. Machacar a hostias la distancia, el sarcasmo, la crítica fácil. Acaba el partido en Riazor. La gente pregunta: cómo así el Dépor? Y explicando una derrota que entra dentro de lo JODIDAMENTE NORMAL parece que estés echando balones fuera. Dices: que si el árbitro, que si el Sevilla, que es muy bueno. Te escuchan con piedad. Te miran como diciendo «este no asume que el Dépor ha perdido y que es muy malo?» Porque aún estamos es esas, queráis que no, en las de «perder pierden los que son malos» y «ganar ganan los que son buenos». Hasta ahí llega el análisis de muchas cotorras que van por ahí ensuciando los colores. Somos muy malos, eso dicen, desde Facebook, Twitter y demás corrales. No hay ni un solo matiz, no hay mil cosas de las que hablar puesto que estamos delante de un partido de fútbol, no hay ni siquiera un Mateu Lahoz que te jode vivo y que no pita un penal GORDO de Mercado sobre Andone con 2-1 en el marcador. No pasa nada porque el Deportivo es malo y pierde y casi mejor un hundimiento a la brava para desentenderse un poco, que ya agobia. Es cierto, no? Agobia perder, seguís pensando: esto de ser de un equipo no mola nada cuando el asunto es PERDER. En tu equipo te cagas. De tu equipo no sabes nada. Ese equipo que por méritos debería estar más tranquilo en la clasificación, con cuatro o cinco puntos más como mínimo. Ese equipo que el sábado lo hizo bien, ordenado y algo gritón, peleando delante de uno de los mejores equipos de Europa. Nada. Damos vergüenza. Vaya entrenador. Mateu Lahoz no estuvo. Tampoco el despliegue de Andone. Qué nos queda? Un cacareo de mierda, aburrido y pastoso, escupido por DEPORTIVISTAS FULER0S. El drama, el dramón de los cojones sin el que no vivimos tranquilos. Parece que muchos no esperaban que el equipo fuese a batirse por la permanencia. Qué, pues? Zona tranquila? Unas cocacolas con pajita, ahí de octavos incluso? Ridículo. Somos un equipo pequeño y sin dinero que no se acaba de recuperar de las hostias del pasado más reciente. Sobrevivimos. Necesitamos símbolos. Se va Lucas, Bergantiños no juega. No los hay. Nos agarramos a lo que sea, cuando sea. Andone marca y lo grita reavivando algo en Riazor. Todo el mundo en Riazor está abierto de piernas, murmullistas incluidos. Todo el mundo quiere estallar de un fogonazo identitario en toda la frente. Sufre como yo sufro… Florin Andone sufre, marca y la gente se vuelve loca y Luisinho besa a Garitano, que se emociona claramente y grita, lo grita con fuerza y nos decimos que algo puede nacer ahí, como el día del Sporting con el gol de Babel, pero no. Sampaoli, Vitolo y Mateu nos fulminan y toda esa animosidad se convierte en silencio, desencanto y destrucción. Todo a la mierda en la jornada 12. En la 13, muchos deportivistas de madera estarán esperando como buitres a que el equipo caiga para desplegar sus alas sobre todo eso que está mal, que huele mal y que les atrae. Otros tendrán esperanzas y querrán ver si Babel vuelve a jugar y si vuelve a jugar BIEN, como contra el Sevilla. Querrán ver si vuelve Bergantiños. Querrán ver si a Gaizka Garitano le sonríe de una puta vez la suerte como entrenador del Deportivo. Querrán detalles, pequeñas cosas que animen, se gane o se pierda. Se puede perder, otra vez, en Málaga, y perder es peligroso con todos esos carroñeros sobrevolando la Torre de Marathon. Perder vuelve a la gente gilipollas. Perder crea masa histérica, sin código, alejada de cualquier principio de análisis serio. Esa masa imbécil y socarrona, aunque vista de blanquiazul, es el enemigo. Desde Matadero hacemos un llamamiento a combatirlo y a estar INCONDICIONALMENTE con el equipo, ahora y siempre. Perforen.

DEPORTIVO 16/17-  SEVILLA 16/17

Granada – Dépor, J11

Jornada 11 de la Liga Santander 2016-2017. Sábado 5 de noviembre.

Granada C.F. 1 – 1 R.C. Deportivo (Andone, 63; Tyton (pp), 80)

Tenéis ansiedad? Estáis dominados por la ansiedad de no ganar? Dudáis entre reir o llorar cuando veis cómo se maneja el chico Marlos? Hace tiempo que estáis tristes? Decepcionados con Gaizka? QUÉ ESPERÁIS DEL FÚTB0L? Creéis que Andone metió su primer gol fallándolo o fue muy bueno el pase que le metió Çolak? Las dos cosas? Sois aburridos? Sois tribuneros? Es el equipo una mierda? Fue el de Granada un partido espantoso o uno de esos que se gana 98 veces de cada 100?

Estamos en un momento difícil, camaradas. Se cuestiona nuestra unión. Vamos a Granada ilusionados a jugar contra el colista y nos volvemos con un punto. Un punto funesto? O un buen punto de un equipo funesto? Sabemos ser funestos? Hubo un partido obviamente funesto en lo que se refiere a ocasiones, eso es así, duró hasta que llegó el último tramo, pero: es esto razón suficiente para llevarse las manos a la cabeza? Os lo pregunta alguien que se las llevó y que solo recapacitó seriamente sobre la situación del equipo a toro pasado. En efecto, perdí la calma y juré, me reí de nuestros jugadores, me dejé llevar por lo fácil del exabrupto y la inconsciencia. Fui un militante meando sobre sus funciones. Lo llevo siendo un tiempo, la verdad, y no me contenta. Vi el partido bastante abatido, intentando encontrarle la gracia sin conseguirlo hasta que Andone chozó ese gag. Entonces todo el mundo se descojonó. Sabemos ser cadavéricos? El Granada se estiró. El Granada es un equipo malísimo que va a descender con total seguridad. Sabemos no ser como el Granada? Eso parecía. Babel se encargó de sentenciar a los nazaríes tras un córner pero un árbitro anuló el asunto. Después, la depresión. Se ve que hay que estar deprimido pero con elegancia y saber asumir la posición. La voluntad es exactamente esa: VER MÁS ALLÁ y, sobre todo, no creernos el Celta. Este equipo no juega bien y probablemente no jugará bien en lo que resta de temporada. No jugará bien como el Celta, que es lo que muchos piperos obviamente esperan, pero si lo hará como el Deportivo que es, ramplón y sin más. Lo hizo bien en Granada. Sí, yo me cagué en la puta pero reflexioné y acabo escribiendo aquí que el equipo lo hizo bien en Granada, que es un campo maldito.

Noticias desde el desierto:

                                                           Arribas no es peor que Albentosa y Borges estuvo bien.                                                 Luisinho defiende mejor que Fernando Navarro. 

Es un partido fácil! Es el colista! Pero no hay partidos fáciles para el Deportivo ni tampoco para el Celta, o por lo menos a priori… Acabé pensando, gracias mayormente a Daniel de la Cuesta, que lo hicimos bien en Granada teniendo en cuenta lo que somos. Porque: QUÉ COJONES ESPERÁIS DEL FÚTBOL? Esperáis que un equipo como el nuestro se pasee en el campo del colista porque sí? En base a qué? Gracias Daniel por enseñarme fútbol y con fútbol vida. Perspectiva. Este equipo está plagado de pequeñas miserias, así que vamos a empezar a analizarlo desde ese punto

Partido bueno en líneas generales.

Somos el equipo menos goleado de la parte baja. Borges está en buena forma.

Sumar, sumar y sumar.

Sumar sensaciones es el argumento ganador, no busquéis más. Así lo soltó Daniel y así me lo creí. Me niego a ser parte del club de los quejumbrosos. Entre la queja y ser socio de Tribuna media un suspiro. Volverse loco, criticar, pasar de todo, hay que tener cojones: qué partido tan espantoso contra un rival que es una auténtica calamidad! Nunca más! Demonios murmullistas hablando por los codos dentro de mí, de ti, de todos. Martillazo en la boca:

Haciendo un partido normalito les metimos dos que contra otro portero de zona baja eran tres.

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Los porteros: Ochoa estuvo espléndido en la de Guilherme. Tyton se metió el gol en propia pero rindió, rinde. El polako hizo autocrítica después del partido. Pude hacer más en el gol… Dice mucho esta actitud cuando solo a un loco se le ocurriría decir que Tyton tuvo la culpa de que no sacásemos los tres puntos de ese estadio feo y maldito. Son cosas pequeñas pero enormemente positivas dentro de un vestuario que camina tocado desde la pasada campaña.

Luis César (entrenador del CD Lugo): en el fútbol ganas o aprendes…

Esperamos que Gaizka aprenda, reflexione, como Przemyslaw Tritón y como el Matadero, y ponga de una puta vez a Bergantiños, el jugador que más nos representa, nuestro auténtico capitán. Lo vamos a repetir por si las moscas: Luisinho dentro, Bergantiños dentro, no se negocia. Al margen de eso, el mejor partido fuera de casa de lo que llevamos de temporada. Con diferencia. Poca queja.

Dépor – Valencia, J10

Jornada 10 de la Liga BBVA 2016-2017. Lunes 23 de octubre.

R.C. Deportivo 1 – 1 Valencia C.F. (Emre Çolak, 45; Rodrigo, 56)

La cantidad de información y sonidos que recibe últimamente el entorno blanquiazul hace imposible mantener un discurso homogéneo, ni tan siquiera en los sótanos del Matadero. El gentío tiene problemas hasta para buscar a quien echar las culpas, algo que tradicionalmente unía a la masa en un solo impulso. Ahora todo el mundo habla a la vez. Hubo una excitación que sucedió al último partido y esta ha hecho mella. Ante el Valencia llegamos al campo como si fuera el primer partido de temporada, como si una nueva era hubiera arrancado y fuéramos a conocernos. Al llegar hay un tifo de recibimiento que nadie entiende porque le recuerda al Valencia tiempos pasados cuando sin problema podría recordarle tiempos presentes o incluso futuros y saldrían igual de amedrentados. La gente, sin dejar de hablar se mira entre ellos y deciden prender fuego a la torre de Babel y gritar todos en el mismo idioma. Fabuloso coro celestial. El Dépor sale en llamas. Y qué Depor. Desde el club han aceptado todas las condiciones que pusimos al rescate: Luisinho en la banda sentando a un Navarro al que Gaizka le debe dinero y el turco de corto después de una semana en la que ha generado una suerte de leyenda sin levantarse apenas del sofá, como si su ausencia fuese la razón de todos los males. Estas dos incorporaciones insolentes al esquema hacen que el equipo salga ardiendo y esprinte como un escuadrón de la muerte entre muñecas de porcelana. La afición, con el objetivo de que los chés (vestidos como un equipo genérico rival del Tecmo World Cup Soccer) se sientan como en casa, pita absolutamente cada decisión del árbitro o de los valencianos. De tanto ruido ni vemos si está jugando Santi Mina para llamarle imbécil o algo.

Para entender el dominio de la primera mitad hay que comprender algunos puntos. El primero es un Juan Francisco que desde la decadencia del juego general está empeñado en ser el primer lateral derecho del Deportivo que sea capaz de colgar centros que no vayan a ser puestos de mal ejemplo en cursos de entrenadores, contra la opinión de la grada, por supuesto. Está legitimando el haberse quedado con el ‘2’ en la espalda. Que hoy por hoy sea de lo mejor del Deportivo es a la vez buena y confusa noticia. La segunda: hemos tenido que replantar un césped de 20 años de historia y varios títulos para que Marlos deje de resbalarse o grindar los bordes del área (cayendo hacia fuera siempre). Ahora el colombiano encontró su pie y va trotón como un pinball entre los jugadores rivales dejando regalos en la boca a la grada de las manos de sal. La tercera: Tyton en la portería es un autómata, no sabemos que pasará con los asados pero los reflejos del polaco parecen hasta ilegales. Y por último, claro, Emre Çolak, que contra todo pronóstico después del encumbramiento etéreo está haciendo fuego sobre el césped nuevo. Funcionó la técnica del barbecho con él y dejándolo fuera una sola convocatoria ya está para optar al Balón de Oro. El día que vuelva Álex Bergantiños (misión en la que se ha involucrado de tal forma Juan Francisco que le ha puesto Daniela a su hija en homenaje) trae la primera copa del mundo a la Sagrada Familia.

Lo mejor: Çolak practica un gol de cabeza de un centro pero solo le sale a la segunda vez. Cierra una primera parte muy seria.

Al descanso vuelven a sacar a gente al centro del campo para ganar no se qué radio-despertador y una chica dispara igualando los resultados anotadores de Florín Andone, que está haciendo algo mucho más difícil que lo que hizo Lucas la temporada pasada: conseguir que absolutamente nadie dude ni se impaciente a pesar de no mojar un caracol.

Tras el descanso los jugadores saltan al campo pasando por un pasillo de espejos en el que se ven reflejados. Lamentablemente para nosotros porque los del Valencia ven que al final son todos jóvenes y están bastante en forma y que hasta podrían atreverse a jugar un poquito. No cambia mucho el espíritu del encuentro porque el Valencia es un equipo muy agradecido que cuando se juega algo apenas hace una mierda. Va como una brisa entre las columnas pero necesita que el verdadero héroe del encuentro pierda un balón que les facilite un empate que ordena Tebas desde Madrid. Maniobra orquestada para incrementar el ritmo e interés del partido y para que los murmullistas comiencen a pedir gente distinta a la que está, en general: hay un recogepelotas negro y se oyen peticiones de que «tenían que ser todos los recogepelotas negros», hay gente que pide «que salga el Depor femenino», gente que pregunta porque no están jugando Insua, Oriol Riera, Bicho y Juan Dominguez y en general el discurso habitual del tribunero: los que no están siempre son mejores que los que están, sean quienes sean. Tanto pedirán cambios que al final, como no podía ser menos, acaban sacando al defenestrado Navarro, que menudo feo no sacarle de titular, por el lateral derecho del mejor once de la jornada, Juan Francisco, destrozado. A partir de aquí todo lo gobernará el ‘share’ y lo políticamente correcto. Los dos equipos frenan, Andone dosifica, a Tyton se le pone el led en rojo y da un par de sustos. Mosquera intenta no molestar demasiado a ninguno de los dos equipos y el Valencia se acomoda en el empate dentro de su dominio. Solo les vale marcar un gol bonito así que tampoco se esfuerzan mucho. El Depor asume una postura similar: saca a todo el ataque porque sabe que el camino para lograr la permanencia es superar el récord de empates del año pasado. Cuando el rival ve que nuestro portero no para el juego así haya doce jugadores desmayados en el campo, deciden hacernos daño (o brindar un detalle al gentío) sacando a Cartabia para que se pasee: no funciona el dolor, la grada le aplaude y él casi le devuelve el gesto participando en un gol para su equipo, para terror de las dos aficiones. Al final acaba el partido con la gente completamente afónica (nadie ha parado de hablar desde que entró, nadie ha encontrado ninguna razón) y sacan una traca como en los fuegos artificiales, bombas-bombas, humareda, tarda menos de 5 segundos en esfumarse y de repente todos están de acuerdo.

Lo peor: Muy buen juego, buenas sensaciones, linea ascendente, tenemos para una semana de autoconvencimiento, hay calidad, un punto menos para la salvación, el próximo partido es el importante y toda esa basura que se debería desterrar de los vocabularios. Ha habido tanto ruido que no sé ni siquiera si ha jugado Miguel el que fumaba. Hablemos claro, basta de conformidades: es preferible la motivación a lo temerario que el consuelo de lo mediocre. A ver si, cuando salga del barbecho, nos lo sabe explicar Joselu.

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Vigo – Dépor, J9

Jornada 9 de la Liga BBVA 2016-2017. Domingo 23 de octubre.

R.C. Celta 4 – 1 R.C. Deportivo (Hugo Mallo, 32; Aspas, 60(pen), 83; Orellana,78; Albentosa, 37)

«Un símbolo contiene en sí mismo un significado definido, una fórmula intelectual determinada, mientras que la imagen es una metáfora», Andrei Tarkovski, 1976.

Aceptemos que la derrota está en el símbolo. Es cierto, hay números y sensaciones e intención estratégica y moral y resultados y técnica. Pero no, eso no es nada. La derrota siempre está en el símbolo y este partido llevábamos más de tres años perdiéndolo. Para alguien como yo, veintitantos años de deportivismo, lo del domingo pasado fue la (durísima) confirmación de nuestra primera derrota.

El 1 de junio de 2013, un gol de Natxo Insa nos mandaba de vuelta a Segunda División. La imagen, ¡entonces imagen!, fue la de Aspas recortando a Colotto para poner el pase de gol. Este hecho se encargan de recordárnoslo ellos machaconamente desde la grada de Balaídos con un ritmo copiado de la sección de noticias curiosas del telediario y una métrica paupérrima. Este hecho nos hemos encargado de maquillarlo nosotros durante este tiempo, equilibrando la balanza con muy meritorias y a veces incluso bellísimas victorias parciales, pero sobre todo con esa mezcla de ingenuidad y desprecio hacia todo lo que viene del Sur.

Pero ya no. Al contrario que en 2013, al contrario que el día de Aspas y Colotto, hay una cierta intencionalidad subyacente en lo que pasó el domingo. Por primera vez, lo ocurrido sobre el campo obedecía al discurso extremista del irredentismo vigués. Y no tanto por el juego, ramplón por parte de los dos equipos, sino por la sensación de dominio del discurso que precedía al partido, alineaciones y planes de juego mediante, y sobre todo por la que lo sucedió. El entrenador, nuestro entrenador, reconoció a posteriori con una naturalidad impropia del tenebroso lugar en el que se encontraba la aparentemente evidente superioridad del rival, superioridad que le pagan por disimular. Y lo hizo para justificar una derrota que nunca tuvo que llegar de esta manera, pero que al mismo tiempo acabó pareciendo inevitable.

La hegemonía es suya, se la han ganado y nos la han arrebatado a fuerza de hacer las cositas bien, mientras nosotros nos mantenemos en pie a duras penas sobre una fe que se extingue. Nos la han arrebatado en un partido malo, suyo y nuestro, repleto de desaciertos y sobre el que poco hay que contar. Gaizka, en cuya figura vimos a un irredento gudari pero que cada vez se parece más al Borja Pérez de Basauri, salió a jugarles directo. El equipo compitió con acierto en un partido igualado hasta que se volvió loco tras verse por detrás en el marcador. Entonces, alguien decidió regalar el partido al rival colocando a la línea defensiva más lenta del mundo a no menos de cuatrocientos metros de distancia de un portero que juega agarrado con una cuerda a las vallas de publicidad tras la portería. Más o menos tal y como se describe en el Sagrado Códice de Cosas que no se Deben Hacer contra un equipo como este Celta, que terminó por meternos cuatro.

Tras este partido, tras esta semana de reflexión intensa, la decisión es nuestra y solo nuestra: aceptar la derrota y prepararnos para un invierno polar bien refugiados de las inclemencias o seguir saliendo en manga corta, ignorantes a todo lo que nos rodea y arriesgando la pulmonía. No os vamos a engañar, el debate ha sido crudo en las catacumbas del matadero, pero la opción de aceptar la derrota ha salido ganando. El turno es vuestro, vigueses. El odio es lo único que no se negocia.

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PD: Sea como sea, la derrota siempre está en el símbolo. Y el nuestro, encerrado en un experimento sociológico en el que alterna grada y banquillo, aún no ha debutado esta temporada. La broma ya valió.

Barça – Dépor, J8

Jornada 8 de la Liga Santander 2016-2017. Sábado 15 de octubre.

F. C. Barcelona 0 – R. C. Deportivo 0 (Messi, 58; Luis Suárez, 43; Rafinha, 36; Rafinha, 21)

El encuentro da comienzo con Paco Alcácer recibiendo un pase de la línea de fondo a escasos 2 metros de la portería de Poroto, la distribuye inteligentemente a Arda Turan y se inicia la clásica maquinaria tikitakinética blaugrana. El Dépor, que inició el partido con 10 y con las camisetas sudadas, se deja llevar. Hay un monólogo en el Camp Nou, el de siempre pero más raro. El marcador proyectaba un engañoso 4-0. Primera incidencia: sale Laure del vestuario y entra tan pancho al campo, revisa si la tarjeta roja del árbitro funciona bien y levanta a Neymar del chan con un giro mágico de codo. Las cabezas a punto de estallar. Dos señores intentando atar cabos detrás de mí. Hay un murmullo ininteligible en el estadio. La gente arranca con un aplauso y Messi, como interpelado por este jolgorio, se empieza a abrazar con sus compañeros. En un gesto técnico grandioso le resta un gol a su equipo y le unta un poco de emoción al partido. Los nuestros parecen deprimidos todo el rato. Babelinho y Luisinho se marchan del campo y entran Turkinho y Bruninho como si acabasen de llegar de Vietnam. A Gaizka hay que quererle, entenderle ya tal. Lo comentaba yo eso con mi colega, que me llevó al Camp Nou con los carnets de sus padres, que llevan más de 50 años siendo socios y con dificultad pueden encontrarle incentivos a un Barça-Depor. Pero aquello era una experiencia diferente. Yo me sentía como irradiando rayos de luz y enviándolos al sol, rellenando enfermizamente mi botella de agua con largos escupitajos. En fin, que entre una cosa y otra nos dio el descanso.

La gente se va a devolver las consumiciones al bar de dentro. A donde fueres haz lo que vieres, así que yo también. Iniciamos el segundo acto. Luis Suárez, con el magnetismo de los grandes goleadores, extrae un balón del fondo de la red y pone el 2-0 en el resultado. En el Camp Nou saben lo que es ir 2-0 contra el Dépor y, no nos vamos engañar, se pusieron nerviositos. Y los nervios hicieron lo suyo y, mira tú por donde, ironías de la vida, fue un vigués el que, por partida doble, dispuso las tablas en el marcador. El Depor lo había logrado, otra vez. A partir de ahí nos dedicamos a estar muy ordenaditos en el campo y a mostrar seriedad, camisetas limpias y hasta metemos a Sidnei en el campo para que enseñase la cojera que llevaba un rato ensayando en la enfermería. Y lo fuimos preparando todo para que el árbitro pitase el final con el balón en el punto central. Barcelona es nuestra.

Me largué de allí con el pecho lleno. Exhalando el mejor de los oxígenos. Oyendo cómo los viejos del lugar ponían sobre aviso a los más jóvenes «uy, el Dépor, estamos jodidos, de aquí sacan algo. Siempre.»

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