Dépor – Real Murcia CF, J4

Jornada 4 de la Liga Adelante 2013-2014. Domingo 8 de septiembre.

R.C. Deportivo 0-1 Real Murcia C.F. (Dorca, 24).

Fluía la gente hacia el estadio, algunos dirán que poco antes de comer y otros que pronto, muy pronto por la mañana. Pero todos íbamos pendientes de ver debutar a Uxío, futuro sustituto de un Insua que cada día que pasa pinta más a recuerdo fugaz y brillante.

Fluía la gente y no estaba, como otros días, ya allí bebiendo o comiendo o hablando. Fluía la gente y quiso fluir el Dépor como la semana pasada en Sabadell, pero no le dejaron. Tuvo que estar. Y falló. El Murcia detuvo con eficacia la dinámica deportivista, se encerró y esperó y esperó y esperó como un dique que guarda un agua estancada. Tanta espera prendió la llama interna de un Culio incandescente que se consumió en cenizas tras ser arrollado por un cabezazo de Truyols, ahogó a Rudy en futiles regates demasiado lejos de cualquier otra forma de civilización humana y el Dépor acabó forzando uno y mil córners entre tropiezos de Arizmendi y remates inverosímiles de Borja. Aún así, la sensación general fue positiva, pese al eterno retorno de las faltas ensayadas y el portero rival, y el Dépor se hizo grande desde atrás con un Insua imperial, que cumple un año por partido, anticipa y rectifica, saca el balón y lo remata. Pero sobre todo, bailó el Dépor, giró sobre la punta del pie derecho de Juan Domínguez que, mientras ejecutaba piruetas en arabesca, fue grácil y agresivo, salvajemente bello.

Todo parece indicar que este Dépor se debate entre bailar y perder o correr y ganar. Urge vestir a Fernando Vázquez de Aristóteles con gafitas.

Atropella a alguien.